Si
en una noche de invierno un viajero…
Ítalo
Calvino
¿Qué era lo
que te iba a contar…?
Se me olvida… bueno, mientras, ¿te
acordás de la vieja esa, tan fea, tan fea… y tan buena gente? ¡Cómo es que me
invitó a la casa en estos días, y vi que había salido de todos los libros de la
Biblioteca! Se me hizo como raro… y le pregunté por qué lo había hecho. Me dijo
que los libros ya no están de moda, que los había regalado todos. “¡Pero por
qué?”, le pregunté. Y me contó que una vez estaba trotando, y un tipo le empezó
a gritar cosas desde un carro. Fue a ver, y vio que de la ventana abierta salía
un humo blanco y espeso... “Como estás de linda, reina…”, le dijo y no sé qué
más. Siguió en esas, cambió el semáforo, se lo encontró chocado dos cuadras más
adelante y ella... Bueno, el punto es que ese mismo tipo después le contó que
una vez se fue a un motel con una chica que recién había conocido, y que le
pasó lo más miedoso de su vida. Entraron a la habitación, se quitaron la ropa, treque-treque,
y justo cuando estaban dándolo todo, la chica se fue al baño, se metió a la
ducha y se agarró a llorar. El tipo como que intentó de todo, pero ella se
resistía y se quedó ahí; y la dejó ahí, el muy desgraciado, entonces... Entre
otras cosas, yo creo que esa chica fue la misma de las noticias, ¿te acordás?,
la que encontraron en una quebrada, sin pantalones, bailando frente a un
muerto. Sí, sí, la que se llevó la policía, que resulto siendo… Es más: la que
tenía un hermano, que tenía una nevera… ¿no te acordás? Hombre, pues que tenía
una nevera en donde se dejaba notas con la esposa, porque los dos trabajaban
todo el día, el uno llegaba muy temprano y la otra muy tarde… y como no se
podían ver, se dejaban noticas pegadas en la puerta del congelador. ¡Un día se les dañó ese
aparato, lo mandaron a arreglar, se les demoró mucho la cosa y se les dañó
hasta el matrimonio! Sí, ese mismo. Es que la esposa es juez. Ella fue la que
mandó a la cárcel a esa mafia que tenía un criadero de enanos, que los vendían
a los circos… ¿no supiste de eso…? Bueno: esa. Yo la conocí en un bar de salsa.
Vi que una vieja –fea, fea… ¡pero buena gente…!– se metió a la rumba a tocar
flauta para acompañar la música. Pero como que estaba trabadísima: tenía esos
ojos rojos, y tenía más ritmo un paro cardíaco. Salí a fumar, ella también,
conversamos y quedamos en que me iba a regalar un libro de cuentos, y vos sabés
cómo soy yo: gratis, hasta una inyección en un ojo. Entonces fui a la casa y…,
¿de qué era que estábamos hablando…?
Bueno, eso no importa…
@jarolys, 2014.
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