lunes, 17 de marzo de 2014

Matrioska





Si en una noche de invierno un viajero…

Ítalo Calvino





            ¿Qué era lo que te iba a contar…?

Se me olvida… bueno, mientras, ¿te acordás de la vieja esa, tan fea, tan fea… y tan buena gente? ¡Cómo es que me invitó a la casa en estos días, y vi que había salido de todos los libros de la Biblioteca! Se me hizo como raro… y le pregunté por qué lo había hecho. Me dijo que los libros ya no están de moda, que los había regalado todos. “¡Pero por qué?”, le pregunté. Y me contó que una vez estaba trotando, y un tipo le empezó a gritar cosas desde un carro. Fue a ver, y vio que de la ventana abierta salía un humo blanco y espeso... “Como estás de linda, reina…”, le dijo y no sé qué más. Siguió en esas, cambió el semáforo, se lo encontró chocado dos cuadras más adelante y ella... Bueno, el punto es que ese mismo tipo después le contó que una vez se fue a un motel con una chica que recién había conocido, y que le pasó lo más miedoso de su vida. Entraron a la habitación, se quitaron la ropa, treque-treque, y justo cuando estaban dándolo todo, la chica se fue al baño, se metió a la ducha y se agarró a llorar. El tipo como que intentó de todo, pero ella se resistía y se quedó ahí; y la dejó ahí, el muy desgraciado, entonces... Entre otras cosas, yo creo que esa chica fue la misma de las noticias, ¿te acordás?, la que encontraron en una quebrada, sin pantalones, bailando frente a un muerto. Sí, sí, la que se llevó la policía, que resulto siendo… Es más: la que tenía un hermano, que tenía una nevera… ¿no te acordás? Hombre, pues que tenía una nevera en donde se dejaba notas con la esposa, porque los dos trabajaban todo el día, el uno llegaba muy temprano y la otra muy tarde… y como no se podían ver, se dejaban noticas pegadas en la puerta del congelador. ¡Un día se les dañó ese aparato, lo mandaron a arreglar, se les demoró mucho la cosa y se les dañó hasta el matrimonio! Sí, ese mismo. Es que la esposa es juez. Ella fue la que mandó a la cárcel a esa mafia que tenía un criadero de enanos, que los vendían a los circos… ¿no supiste de eso…? Bueno: esa. Yo la conocí en un bar de salsa. Vi que una vieja –fea, fea… ¡pero buena gente…!– se metió a la rumba a tocar flauta para acompañar la música. Pero como que estaba trabadísima: tenía esos ojos rojos, y tenía más ritmo un paro cardíaco. Salí a fumar, ella también, conversamos y quedamos en que me iba a regalar un libro de cuentos, y vos sabés cómo soy yo: gratis, hasta una inyección en un ojo. Entonces fui a la casa y…, ¿de qué era que estábamos hablando…?

Bueno, eso no importa…

@jarolys, 2014. 

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